La ciudad blanca de Arequipa, cuenta con una riqueza histórica que se refleja en cada rincón. Dentro de sus lugares más emblemáticos se encuentra el Monasterio de Santa Catalina, un lugar que se caracteriza por su arquitectura colonial, la cual destaca por sus materiales de construcción y sus pintorescas paredes de colores como el rojo, blanco, azul, entre otros. A esto se suma, sus sorprendentes historias que relatan importantes acontecimientos y personajes del Perú.
A mediados del siglo XVI, el rey del Perú, Francisco de Toledo, durante su visita a la ciudad de Arequipa, recibió información por el cabildo sobre la importancia de fundar un monasterio de religiosas. Desde ese momento, tomó la decisión de otorgar las licencias necesarias para comenzar la construcción y fundar el «Monasterio de Monjas Privado de la Orden de Santa Catalina de Siena».
Luego, Doña María Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio que se encontraba en construcción, y dona todos sus bienes a este lugar. Por esta razón, durante la capitulación de la fundación del monasterio, en 1579, se nombra a Doña María de Guzmán primera pobladora y priora del monasterio.
El Monasterio de Santa Catalina, por su parte, recibía a monjas criollas, mestizas e hijas de curacas y, en 1964, llegaron las monjas de nacionalidad española. Igualmente, la historia de este lugar señala que al monasterio ingresaban religiosas sin dote, a las que llamaban despectivamente como ‘monjas pobres’ y las damas de la ciudad. Este último grupo de mujeres no se entregaba a la vida religiosa, sino que permanecía en el monasterio para ejercitar sus virtudes.
En 1582, durante el terremoto que azotó a Arequipa, el monasterio sufrió varios daños en sus instalaciones. Por ello, las propias religiosas tuvieron que reparar sus habitaciones.